“Espero ayudar, en cierta medida, a que el consumidor ecuatoriano conozca mejor los productos de su canasta alimentaria y que los prepare de la manera más nutritiva y correcta”, enfatiza.
A través de la docencia inculca rigor y orgullo por la noble profesión de gastronomía. En cambio, para el público en general pone a su alcance técnicas profesionales para la cocina diaria, sugiriendo una alimentación sana. “Todo lo necesario tiene el Ecuador, pero tal como la belleza está en los ojos del que mira, nuestra grandeza como destino culinario depende de la convicción interior que irradiemos, producto del conocimiento de nuestro bagaje y potencial.
Como dijo Darwin: “Los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste. Así es nuestra cocina, de contraste, mestiza, vívida, humilde y sincera”, puntualiza. A ella, le encanta comer bizcochos y queso de hoja en medio del paisaje del majestuoso nevado Cayambe.